Efemérides

Hoy es el día del novio. Lo recuerdo porque un día como hoy tuve mi primera vez. No, no fue un regalo en conmemoración del día del novio. Simplemente se dio. Aunque no se dio muy simplemente.
Estábamos, mi primer novio y yo, en una casa, oportunamente vacía y sucedió. Los nervios me invadían pero también la curiosidad y las ganas. No quiero entrar en detalles anatómicos, pero había un pequeño obstáculo femenino entre mi primera vez y yo, que debía ser removido, por lo cual tuve que ir al baño para realizar esa operación. Desechado el mismo, el muy ingrato se llevó consigo la “humedad” que mi cuerpo había producido, complicando un poco las cosas. A causa de mi falta de experiencia en el asunto, no sospeché que esto podía tener alguna relevancia. La lubricación, para mí, era un concepto de la mecánica del automotor, y demasiada vergüenza me había dado tener que interrumpir el momento con mi escapada al baño, por lo que volví presurosa para seguir donde habíamos dejado. Martín se colocó el preservativo, y estuvimos intentando concretar la tan ansiada relación sexual sin demasiado éxito. El temor a que me doliera y la sequía reinante no estaban ayudando.
- Ya vengo – dijo Martín y dejó la habitación.
Cuando volvió traía algo en la mano que no alcanzaba a ver. La luz era muy tenue.
- ¿Qué haces? – le pregunté. Pero no me respondió.
Sentí algo líquido, espeso, un poco de dolor, un poco de placer y minutos después había terminado mi primera vez.
Hasta ahí no fue muy distinto a lo que me había imaginado. Sin embargo me quedé pasmada cuando vi la botella de aceite de cocina al lado de la cama. Podría haber sido una primera vez común y silvestre, pero el aceite dejó una mancha de comicidad en mi recuerdo.
Ante la pregunta: ¿Cómo fue tu primera vez?, no cabe otra respuesta que: Patética ¿y la tuya?.