Ruta 69

Lorena viajaba rumbo a otra ciudad a visitar a unas amigas. A pesar de su falta de adaptación para dormir en el colectivo, intentaba dormir apoyando su cabeza entre el respaldo del asiento y la ventanilla. A mitad de viaje, Lorena dormitaba con todo el cuerpo enfrentado a la ventanilla, y escuchó a lo lejos, como entre sueños, la voz de mujer:
- Estoy ahogada.
- ¿Querés agua? – preguntó la voz de un hombre.
Lorena vuelve a perderse en la nebulosa del estado entre dormida y despierta. Sin noción de cuanto tiempo pasó, se despertó y miró hacia el pasillo. En la oscuridad alcanzó a distinguir las siluetas de la pareja que había escuchado antes. Pudo ver que el muchacho se encontraba semi-inclinado sobre la chica, con el brazo izquierdo sobre el apoya-cabezas del asiento, y que la chica estaba más allá, retorciéndose. Enseguida en la mente de Lorena resonaron las palabras escuchadas: "estoy ahogada" y "¿querés agua?".
- Uh! se está muriendo – pensó Lorena - Tiene convulsiones.
Cuando estuvo a punto de preguntarle al muchacho "¿Necesitás una mano?" divisó que, justamente, la mano derecha de él estaba trabajando arduamente en la entrepierna de la chica.
- Menos mal que, por una vez en mi vida, no abrí la boca – se dijo Lorena, e inmediatamente miró para otro lado, imaginando que si hubiera hablado, se hubiese bajado del colectivo aunque estuviera en el medio de la nada. Pasado el peligro de muerte que mal había intuido, Lorena no pudo evitar espiar el resto del espectáculo ofrecido por la feliz pareja. La chica decidió ser solidaria y acariciar a su novio también. Minutos después ambos se prepararon para descender porque habían llegado a destino.
- Este chico se va a tener que tapar con algo – pensó Lorena, imaginando que su erección iba a ser evidente. Sin embargo cuando se levantó no notó nada.
- O es más frío que un témpano o la perdió jugando al truco – se dijo Lorena.

Finalmente, Lorena llegó al encuentro con sus amigas.
- ¿Qué tal el viaje? – preguntó Romina.
- Bien, Ro – dijo Lorena esbozando una sonrisa.
- ¿Qué pasó? Conozco esa sonrisita torcida, es la misma que ponés cuando hacés alguna maldad o te mandás alguna...y te estás poniendo colorada.
Lorena les contó lo sucedido provocando la risa de sus amigas.
- ¡Qué boluda,! ¡¿convulsiones?! – dijo entre risas Luciana.
- Callate! Escuché que alguien se ahogaba y veo a la mina así. Sumé 1+1 ¿en mi lugar qué hubieras pensado? – se defendió Lorena.
- Me hubiera gustado saber que hubiese hecho el tipo si le ofrecías una mano – agregó Sole y todas rieron.
- No te hubieras enterado, porque me tiraba abajo del cole – respondió Lorena. [más risas]
- ¿Y qué hiciste cuando te diste cuenta? – preguntó Romina.
- Mirar.
- ¿¡Cómo vas a mirar!?
- Si lo hacés en un lugar público corrés el riesgo que alguien te vea. Ellos dieron un show y yo lo presencié. ¿Vos qué hubieras hecho?
- Mirar – concluyó Romina.

Desde entonces, cuando Lorena viaja en colectivo, recibe un mensaje de texto de alguna de sus amigas preguntando si hay "convulsiones" a la vista. Y cuando viajan ellas, Lorena consulta lo mismo.

¡Gracias Lorena por tu historia!

[Mención especial: Post nro. 69]