Ramiro, el histérico [segunda parte]

En cuanto respondí a sus galanteos, la cerveza resultó ser comunitaria, y la noche se nubló, prometiendo alerta meteorológica. El punto de encuentro con sus amigos era su casa, y él no sabía precisar hasta que hora iban a estar allí, ya que los planes de salir más tarde eran difusos. Me conformé con su propuesta de ir a conocer su casa en caso de que él y sus secuaces se quedasen, para lo cual nos comunicaríamos más entrada la noche.
María iba a ir conmigo. Y siempre sus amigos de por medio. No íbamos a estar solos, pero era un avance. Finalmente tenía una invitación concreta a su mundo… Que ilusa. Ramiro nunca se comunicó.
Tiempo después, bajo el sol del mediodía me topé con él en una manifestación callejera. La pobre excusa que me dio fue que esa noche se quedó dormido.
Después de aquel fracaso de seudo cita colectiva, no tenía ganas de entrar en este juego de “no te doy bola para que me des bola”. Me resigné a aceptar que nunca pasaría nada con Ramiro, porque yo no sabía reaccionar ante su histérica seducción. Y la histeria de la fiesta de la noche anterior había colmado mi paciencia.
– Chicas, esto no es para mí, no tengo ganas de especular. Lástima!, porque es tan bueno el mocoso… es como un niño que presume y después se esconde. Estuvimos toda la noche con este jueguito de decirnos cosas con doble sentido, riéndonos, y él se mordía el cuello de la remera como diciendo “No Julita, no me digas eso porque no respondo de mí”. ¿No se da cuenta que justamente quiero que no responda de él y que nos desconozcamos?.
– ¡Obvio Julia que se da cuenta!, protesta María – Arruga porque es histérico.
– Pareciera que me tiene miedo… ¿a quien le toca el mate?. Emilia estira su brazo.
– Puede ser que sí, a lo mejor sos mucha mujer para él, Julia – señala Sofía.
– En realidad él es poco hombre – agrega Emilia.
Meses después, cierta noche, en cierto boliche, sonaba una banda en vivo, mientras Emilia, Maria, Sofía y yo, cerveza mediante, charlábamos sentadas alrededor de una mesa. Con los primeros acordes de un tema de rock nacional que nos gusta, nos levantamos a bailar. Siento que alguien me llama tocándome el hombro.
- ¡Ramiro!
- Hola Julia, ¿cómo estás?
Y ahí estaban, mis deseos carnales hacia Ramiro continuaban exactamente ahí donde los había dejado la última vez que lo vi. Y de nuevo me pierdo en esa boca. Y otra vez estoy imaginándome todo lo que haría esa boca. Pero como siempre está con sus amigos. Y a escasas horas me espera un colectivo porque me voy de viaje. La realidad me escupe en la cara y diluye toda esperanza de que ésta, decisivamente, sea “la noche”. La música está fuerte. Ramiro se acerca a mi oído:
– Está buena la banda ¿se van a quedar hasta que termine?; el aire caliente de su aliento me estremece.
– Supongo que si, respondo. A menos que propongas otra cosa, pienso. Pero no se lo digo. A esta altura ni las directas ni las indirectas funcionan con Ramiro. – Y ustedes que van a hacer? – inocentemente pregunto. En ese instante me doy cuenta que sus amigos están enroscados con unas muchachas. Llega la revelación: ¡Está solo!.
– Los chicos se quieren ir a otro pub. Pero está bueno acá, comenta Ramiro.
– Si querés podes quedarte con nosotras. Total tus amigos están ocupados. – Lo miro y mis ojos le dicen más que mis palabras.
– Me están dando ganas de quedarme… si, estaría bueno quedarme – Lo escucho y no lo creo. Es el momento de poner a mis amigas al tanto de la situación.
Esto no puede estar pasando, Ramiro se quedó sin sus amigos, y está bailando conmigo. No tardan en aparecer los floreos histéricos a los que me tiene acostumbrada. Abrazo va, abrazo viene, vueltita en el baile, algún piropo en doble sentido, un poco de franeléo. Yo río y respondo a todo lo que él tenga ganas de ofrecerme. Y volvemos a lo mismo; se muerde el cuello de la remera, y mueve la cabeza en señal de negación, como si existiera alguna religión que le prohibiera estar conmigo y el pecado que yo simbolizo lo tienta tanto que se siente acorralado. ¿Acorralado? ¿Logré acorralarlo? ¿Llegó la hora de ser más que directa?. La música es mi aliada, su volumen nos obliga a susurrarnos al oído mientras nuestros cuerpos se contornean a su ritmo. Ramiro cae en mi trampa. Contesta a una acusación mía, directa, respecto a su cuestionada hombría – Yo no soy cobarde, no arrugo, reclama Ramiro. Y al fin lo entiende. Está atrapado en mis redes. ¿Sostendrá lo que dice, demostrándolo, o me dará la razón?. O realmente no quiere nada conmigo y me sorprende con un “Julia, no te confundas, somos amigos”. Pero él sabe que no somos amigos, y que no estoy confundida. Y así Ramiro sucumbe a mis encantos. Se entrega a mis besos y yo me entrego a los suyos. No se quién está más feliz, si mis amigas o yo… o por qué no, Ramiro. Pero la alegría no es completa. En un par de horas viajo. No voy a poder concretar más que besos esa noche.
La noche termina, y despido a Ramiro besando sus labios nuevamente.
– Julia, cuando quieras y las veces que quieras, pasá por casa. El ofrecimiento de Ramiro ahora tiene el mismo significado que mi idea original de visitarlo: sexo.
Como era de esperarse, al igual que mis anteriores intentos de visita, esta promesa de sexo también se frustraría. Otro artilugio de averiguación de algún supuesto evento nos puso en contacto telefónico vía mensaje. Esta vez, quien consultaba era yo: “¿Y cuando se puede ir a conocer tu casa?” . -“Cuando quieras”, propone Ramiro. Cuando quieras. Que manera elegante de no comprometerse y dejar la decisión sobre mis hombros. Ay Ramirito, que sos difícil; decime día y hora. Aunque sea fijá una fecha. No pienses mal de mí, mi interés por vos es puramente sexual. Está claro como el agua ¿o tengo que explicártelo?. No chiquito, date cuenta solo. Ya más de lo que hice no puedo hacer.
Mis pensamientos me invaden, pero el deseo me gana. Y fue suficiente preguntar “¿tal día, tal hora?” para que Ramiro me dé la razón. Su silencio lo dijo todo. Escapó como un cobarde, sin dar la cara.
Escribí otro mensaje en el celular. Encendí un cigarrillo. Mi resignación se manifiesta con un profundo suspiro. Definitivamente la histeria no es para mí. ¿Nos vemos esta noche?
Emilia, María y Sofía, desbordadas de curiosidad no tienen problemas para precisar la hora del encuentro.
María abrió la puerta de su casa. Mi cara lo dijo todo. María sonrió. Puso una mano en mi hombro.
–Ay Julia, que te sorprende. Si ya sabías que es un histérico.

12 Comentarios:

Anónimo dijo...

para mi que Ramiro es gay!! o algun problemita sexual tiene, tanta vuelta para concretar un encuentro con una mujer... sospechoso...

Anónimo dijo...

bueno , ahora es hora que cuentes una un poco mas feliz!!!

saludos segui adelante que tu blog es muy bueno

Anónimo dijo...

Uhh pobre pibe es un flor de histerico!!!! fuera bicho !!!, debe ser q no le funciona jajaj !!

Anónimo dijo...

hola... LG es Carolina Aguirre, esta CASADA y tiene el blog de Bestiaria y el de la peleadora.

Cualquier cosa googleala, pero deja de creer que LG realmente existe! desperta de una vez y deja de demostrar que las mujeres son tontas

Julia dijo...

Para el segundo anónimo:
Y quien te dijo que yo creo que LG existe? Es obvio que es ficción. Y me gusta la ficción.
Estoy muy despierta. Gracias.

Petra dijo...

¡¡Es gracioso, acabo de entrar a tu blog cuando vos me dejaste el comentario para ver si el mismo o la misma graciosa te había dejado el comentario sobre LG!!

Julia dijo...

Petra: La ficción es la más hermosa de las mentiras. El arte, en todas sus formas (cine, teatro, libros, pintura, música) nos sumerge a un mundo donde lo que no es, existe, sin importar si es cierto, nos hace sentir emociones reales.
Anónimo no sabe de arte, es obvio. Triste, muy triste, porque el arte llena el alma.

Julia dijo...

Querida Negra y Dulce Niña... Todo es posible!!!

Anónimo, gracias por tu comentario. Hay historias con finales felices también, y hay historias sin final. Ya llegaran.

Lucia Metcalf dijo...

Hola Julia, gracias por tu visita en el blog. Primero que nada me encanta Mafalda, segundo me encanta Benedetti, y ese cuento siempre me llamo la atencion.
Ahora, con respecto a tu comment, no es que me moleste que sea una ficcion, yo estudie Letras, amo leer, amo escribir, y la ficcion es mi genero favorito -no se dice genero, pero no me sale la otra palabra-, amo leer poesia y novelas especialmente. Ciega a citas me parece brillante, pero lo q me molesta es que se venda algo de una manera y sea de otra entendes? me siento tratada medio de estupida, es como que te lo crees y lo seguis genuinamente y me da cosa imaginarme a LG o quien sea leyendo los comments riendose y pensando que somos todos una manga de ingenuos. Me gusta qe las cosas sean frontales, si es ficcion es ficcion y si es realidad es realidad. De hecho te digo, lei el blog en dos dias y me doy cuenta de como cambia, antes era mas que nada un blog en donde se plasmaban sentimientos y aventuras, ahora solo pareca una red de cazar lectores, posts inconclusos, esperando tener mas de x cantidad de comments, o sea s volvio bastante comercial y marketinero, no como era antes. Pero en fin, bueno, aunque sea esta exelentemente escrito.

Saludos.

Anónimo dijo...

Para mi ese tarado esta en su casa mordiendose la remera, arrepentido....., por cobarde!!!!.
Me encantó la historia, me mate de risa imaginando la situación. jaja

Julia dijo...

Lula, gracias por tu visita. Espero verte seguido.

Afrodita: me alegro que te haya divertido.

Anónimo dijo...

por culpa de tipos como este que nos hacen quedar mal las minas andan diciendo que somos histericos
muerte a ramiro!!!